Durante años, la conexión entre una marca y sus clientes se construyó sobre narrativas que apelaban a la emoción, haciendo hincapié en la identificación de valores, la resonancia de las historias y las experiencias que forjaban vínculos profundos. Si bien estos elementos no han desaparecido, su peso en la balanza de la fidelización ha cambiado radicalmente. Hoy, la batalla por la lealtad del consumidor se ha desplazado de los sentimientos a los algoritmos, redefiniendo la relación entre las empresas y sus audiencias. El concepto de la fidelidad algorítmica ya no es una teoría futurista, sino una realidad palpable que exige…