Reducir la estrategia de marca a una simple explotación del deseo de aparentar sería tan inexacto como ingenuo. Si bien es cierto que el lujo funciona, en gran parte, como una herramienta simbólica para proyectar estatus, identidad o aspiraciones sociales, la realidad es mucho más compleja.Las marcas de lujo no venden únicamente productos, sino una combinación cuidadosamente gestionada de apariencia y sustancia. La calidad del producto y su capacidad para representar una narrativa deseada se entrelazan estratégicamente para construir valor percibido, exclusividad y fidelidad. A nivel psicológico, el lujo responde al fenómeno del consumo aspiracional. Numerosos estudios muestran que una…