La edificación de una marca fuerte trasciende la mera publicidad, adentrándose en la intrincada psique del consumidor. No se trata solo de ser conocido, sino de ser relevante, preferido y, en última instancia, de forjar un vínculo emocional duradero. El verdadero éxito de una marca se mide por su capacidad para generar un impacto positivo y sostenido en la mente de quienes la eligen o podrían elegirla. Esta resonancia no es producto del azar, sino el resultado de estrategias deliberadas y de una ejecución impecable que se manifiesta a través de señales claras y medibles en el comportamiento y la…